El pasado 1 de junio, en un paseo familiar por la zona de ocio periurbana de Burgos llamada Fuentes Blancas, me acerqué por el humedal artificial que construyeron aquí hace pocos años. Esta pequeña laguna está a orillas del Arlanzón, junto a la capital burgalesa. Es un sitio muy pequeño pero que de vez en cuando depara alguna sorpresa.
Ese día me dio por llevar prismáticos y cámara para echar un ojo a la laguna, sin más motivación que ver algo que no fuera un azulón o un zampullín, habitantes habituales del lugar. Me situé enfrente, con el Arlanzón en medio, en una especie de punto de observación elevado que han hecho (con poco criterio pero sin mejor remedio). El problema principal es la distancia y la vegetación que hay en medio, que no te deja ver la lámina de agua entera. Si quieres verla de más cerca, tienes que jugarte la vida caminando por una autovía, ni más ni menos.
En las atenciones parentales al futuro twitcher me encontraba yo, cuando algo blanco que sobrevolaba el agua llamó mi atención. Primero, de lejos y sin prismáticos pensé en una gaviota reidora, nada común por aquí, pero que entra dentro de lo posible. Pero en cuanto me encaré los prismas y comprobé que se trataba de un estérnido, la cosa cambió.

Un paseo con triunfo ornitológico. A lo que hemos llegado... ¡un charrán común!, pero ¡qué buen sabor de boca me dejó!.
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