20 de enero de 2011

Serreta grande, una obsesión

Parece que en los últimos tiempos decir que eres o te consideras twitcher es casi un pecado. En estos últimos días son varios los colegas pajareros con los que he hablado, reconocidos como twitchers o bimberos por todos, que han renegado de tal condición. Quizá varios hechos acaecidos en los últimos tiempos hayan ayudado a forjar esta actitud en alguno de ellos.
Dedicarte a hacer una lista de especies observadas no es nada malo, es una excusa más para salir al campo en busca de todas esas especies que te faltan. Otros orientan su afición a la ornitología haciendo censos, conteos y conteos de tal o tales especies, anillando exclusivamente, haciendo seguimientos uniespecíficos, calculando IKAs, definiendo fenología, buscando rarezas o simplemente observando gorriones, palomas y mirlos,..., etc. Todas estas actividades han de ser respetadas ya que cada uno entiende su afición como le da la gana. Por eso no entiendo las críticas que se han vertido contra los que, como yo, en un momento dado decidimos gastar nuestro tiempo libre, dinero y salud en coger un coche, hacer unos kilómetros, quedar con el colega local e ir a ver ese pájaro que falta en nuestras listas.
Durante el año 2010 y primeras semanas de este recién estrenado 2011 ha habido críticas a esta cuestión. Es cierto que puede haber gente que no respeta las "reglas" del juego y hace cosas que no se deben hacer por sumar esa "x" a su lista. Pero porque haya algún personaje así no debemos ser interpretados los demás de la misma manera. También hay fotógrafos que te preparan un follón por acercarse a fotografiar ese pájaro que no tiene en su colección, gente que día tras día molesta a esa pareja de ratoneros que están en su nido porque quiere comprobar como va el crecimiento de los pollos, anilladores que no dan importancia a las bajas que sufren muchas especies en sus redes o envidias que se crean porque tú has visto tal o cual pájaro y el otro no. Además hay otros que rajan y rajan de los bimberos y luego son los primeros en meterse kilómetros y viajes en busca de lo que no han visto hasta entonces.
En fin, hay una especie que invierno tras invierno me ha traido de cabeza, la serreta grande (Mergus merganser). Esta anátida, abundante en muchos lugares del norte de Europa, llega de manera muy escasa a nuestro país. Lo normal es que haya inviernos en los que no salen más de 2 o 3 ejemplares en todo el país e, incluso, han pasado invernadas enteras sin observarse ningún ejemplar. A esto hay que sumarle que es un pájaro que sedimenta muy mal, es decir, no llega a una bahía, ría, ensenada, laguna, lago o balsa y se queda a pasar el invierno. Es un pájaro fantasma que aparece y desaparece sin variables previas. De hecho, la mayoría de la gente que lo ha observado son pajareros de la costa que se las encuentran en sus breves paradas.
Pero este invierno ha sido diferente. Las fuertes olas de frío sufridas en centroeuropa han arrastrado a España un número enorme de este pato norteño, por lo que era ahora o nunca. Ya han sido varios inviernos detrás de ella y siempre me había fallado. Esta invernada, sin ir más lejos, ya he estado en tres sitios buscando ejemplares que han aparecido en un momento puntual y, cuando he llegado yo, ya habían desaparecido. Esto me había supuesto 800 km de coche y 3 mañanas. Por lo que esta semana me decidí por uno de los pocos ejemplares sedimentados que había localizados. Hay varios en la costa levantina (muy lejos), otras entre Galicia y Asturias (con apariciones intermitentes) y una en Cantabria que le pasaba lo mismo. Pero desde hacía unos días hay una en una pequeña laguna embalsada cerca de Plasencia, Extremadura, que fue localizada por Sergio Mayordomo.


Así que, junto a Mario Alonso, ayer día 19 nos acercamos a verla. 845 km, ida y vuelta, que tengo que sumarle a los 800 ya recorridos para intentar ver las que aparecieron en Tamariz de Campos (Valladolid), laguna de La Nava (Palencia) y marismas de Alday (Cantabria). Resumiendo, 1645 kimlómetros y 3 mañanas más 1 día entero, es lo que me ha costado este invierno poder disfrutar de esta especie maldita para mí desde hace años. Pero volvería a hacerlo porque, durante los intentos, he disfrutado de la compañía de varios amigos a los que hacía mucho que no veía y de otros a los que he podido ponerles cara después de varios años cruzando mails. Máximo S. Cobo, Ángel R. Elizalde, Eduardo Amengual, Javier Prieta, etc... son algunos de ellos. Esta es una de las partes buenas de ser twitcher y moverte por todo el país pero de las que nadie habla. La foto de la serreta grande es de mi compañero de viaje, Mario Alonso, con el cual espero hacer muchos más debido al éxito.

Soy twitcher ¿y qué?

5 comentarios:

Ernesto Villodas dijo...

¡¡Enhorabuena a los premiados!! Saludos

Fernando Pereiras dijo...

Yo además soy fotografo! que pecado!!!!
Saludos y me alegro.

Mario Alonso dijo...

Hola compa,
Te has quedado bien ancho, ¿eh?
Pues yo también volvería hacerlo y espero twichear mucho más.
Saludos.

Unknown dijo...

Nada es malo hasta que se convierte en una obsesión, entonces la cosa cambia. Recorrer cientos de km para ver un pájaro es, cuanto menos, absurdo, ya no hablemos de las consecuencias medioambientales (consumo de combustible, por ejemplo). Si además se busca la foto y se hace lo que sea para conseguirla (como fue tu caso con una gaviota en Gijón), ya podemos empezar a poner muchos peros. Lo que hacer no es nada más que una forma de coleccionismo.

Alfonso Rodrigo dijo...

Hola "lann" o como seas:
Estoy dispuesto a responderte pero es muy fácil criticar escondiéndose bajo un pseudónimo. He intentado acceder a tu nombre pero lo tienes bloqueado. Solo este detalle ya tiene mucho que decir de la persona que eres.
Acepto las críticas y todas las opiniones pero, nunca, de alguien anónimo que se esconde detrás de unas absurdas letras y que encima blindas tu perfil para que nadie pueda verlo.
En parte estoy contento por ello ya que, si te escondes, es porque debo conocerte y eso es bueno para mí.
No me mereces, de momento,
ni una palabra más.