12 de octubre de 2006

VIAJE A GALICIA Y CHASCO FINAL

El 29 de septiembre salí para Galicia con intención de observar el pretendido "archibebe patigualdo grande" en el embalse de As Forcadas, Valdoviño, Coruña. La alarma había saltado tres días antes a través del foro Galiciaves y gracias a que me pilló en días libres en el trabajo, no tuve que pensarlo dos veces. Salí de Burgos a las 20,00 horas del viernes y quedé con el amigo Miguel Rouco a mitad de camino, ya que él subía desde Salamanca. En el borde de la autopista de León a Astorga observé un grupo numerosísimo (de unos 60 ejemplares) de graja (Corvus frugilegus), supongo que de la relicta población leonesa. Dejamos uno de los coches en Astorga y seguimos dirección norte. Paramos a cenar en un mítico bar a la entrada de Lugo, uno de esos bares de carretera que quedarán grabados en nuestra memoria para siempre.

Durante el viaje recibí un sms de un pajarero diciéndome que ese día ya no se había visto el ansiado tringa, e inmediatamente hice gestiones telefónicas para confirmarlo, como así sucedió. Pero el desánimo no nos pudo y decidimos intentarlo igualmente. Bien es cierto que si este sms lo hubiéramos recibido saliendo de casa, casi seguro que nos hubiéramos dado la vuelta. Pero bueno, ya casi de madrugada llegamos a Valdoviño, y al no encontrar un hotel donde dormir, tuvimos que llegar hasta Cedeira para encontrar algo.

El día 30, al amanecer, ya estábamos en el puente del embalse. Con los primerísimos rayos del sol, nos dieron la bienvenida una familia de nutrias, 3 ejemplares, que jugueteaban entre ellas, y espantaban a todas las anátidas que se encontraban descansando en las orillas. Os dejo una foto muy, muy testimonial del momento.

Grupo familiar de nutrias (Lutra lutra), As Forcadas, Valdoviño, Coruña. sep.06

Mucha anátida, algunos cormoranes, zampullines comunes, algún somormujo lavanco, pero ni un sólo limícola. Así que nos fuímos hacia la cola del embalse. Fué desde aquí desde donde vimos, primero tres andarríos grandes (Tringa ochropus) y junto a ellos al patigualdo. La distancia era grande y decidimos rodear la cola e intentar acercarnos por la orilla andando. Al final conseguimos estar a unos 40 ó 50 metros, y desde aquí su observación y fusilamiento digiscopero fue mucho mejor. En un primer momento había características del animal que no nos cuadraban con un archibebe patigualdo grande, pero sí con un archibebe patigualdo chico.

Llegados a este punto debo decir que mi cabeza se sobrecalienta con estas especies y la sugestión me invade. A mi me habían dicho que en ese embalse había un Tringa melanoleuca, pues yo lo que veía era un Tringa melanoleuca (lo vió mucha gente antes que nosotros y todos lo dieron por melanoleuca). Pero ahí estaba Miguel, mucho más frío que yo, para ver la posibilidad de que se tratase de un archibebe patigualdo chico (Tringa flavipes), como así sucedió al final. La verdad es que a mí, la primera impresión que me dió fué de flavipes, pero ¡no, no podía ser!, ¡yo ya había visto flavipes en Ponteceso hacía años, y no había ido hasta allí a ver un melanoleuca! En fin, lo fotografiamos a lo bestia y nos fuimos con la condición de estudiar las fotos al llegar a casa.

Archibebe patigualdo chico (Tringa flavipes), As Forcadas, Valdoviño, Coruña. sep.06

Cuando regresábamos por la orilla del embalse, tres gritos sordos sonaron a escasos cuatro metros de nuestros pies. Tres gritos que sonaron como si hubiéramos pisado un patito de goma. Nos frenamos en seco y Miguel preparó "el pepino" (réflex digital más teleobjetivo), por si algo salía volando. Pero acercándonos con mucho cuidado y en silencio no se levantó nada. Pasaron varias especies por nuestra cabeza, pero escuchando los reclamos in situ de los posibles autores, la primera impresión que habíamos tenido se hizo certera, acabábamos de escuchar una polluela bastarda (Porzana parva), la primera vez para los dos.

Del embalse nos acercamos a la laguna de Frouxeira, también en Valdoviño, pero una tromba de agua apenas nos dió margen para dar un pequeñísimo paseo, eso sí, observando a todo paseriforme que se movía.

Decidimos irnos un rato a ver como andaba el paso de marinas por Estaca de Bares, no sin antes meternos la comida que nos merecíamos. Lo hicimos en un restaurante que tiene unas vistas alucinantes a la ría de Ortigueira. Comerte un plato caliente de lentejas mientras observas los quehaceres de los pájaros de la ría, sin levantarte de la mesa, no tiene precio, bueno, sí lo tiene, 11 euros el menú. De hecho, en el mismo restaurante se estaba celebrando una boda, y la gente me miraba extrañada cuando veían a un tipo que dejaba la cuchara y se ponía a mirar con los prismáticos a través de la ventana... ¡la gente no entiende!.

Llegamos a Estaca, y allí un tipo nos dijo que el paso estaba flojo. ¿Flojo? Será porque los de interior no estamos acostumbrados, pero por allí no dejaban de pasar pardelas cenicientas, baleares, sombrías y alguna capirotada; págalos parásitos, grandes y algún pomarino; muchísimos charranes y gaviotas... Y encima, después de que apareció el maestro Antonio Sandoval, se nos abrieron más los ojos al mundo del paso de marinas. ¡Nos dió toda una clase! Un gran tipo este Sandoval, al que ya tenía ganas de conocer desde hacía años... ¡otro bimbo para la buchaca!. Nos despedimos del "ejemplar" y nos fuimos a acabar el día en Foz, Lugo.

Hicimos parada técnica en Viveiro, a hechar gasolina al "Rouco-móvil" y a pasar el rato observando una gran barra de gaviotas que descansaban con la marea baja en medio de la ría. Me entretuve haciendo unas fotos con la luz del atardecer.

Gaviota reidora (Larus ridibundus) pateando el agua, ría de Viveiro, Viveiro, Lugo. sep.06


Garceta común (Egretta garzetta), ría de Viveiro, Viveiro, Lugo. sep.06

Llegamos a Foz muy al atardecer, y encima con el cielo "mas negro que los cojones de un burro mohíno" (dicho popular zamorano). Aún así nos dió tiempo a ver el ánade sombrío (Anas rubripes), rareza especialidad de la zona. Además, un grupo de charranes descansaba en un playón, entre ellos, 3 charrancitos (Sterna albifrons). Había una sedimentación brutal de gaviones (Larus marinus), y de otras gaviotas en general. Zarapitos reales y trinadores, agujas colinegras y colipintas y algún limícola más, completaban la oscura postal a la caída de la noche definitiva en la ría de Foz.

Sin más, recogimos la "bartulada" y nos volvimos para casa con un sabor un poco raro... A las 2 de la mañana entré por la puerta, y caí en la cama rendido, pero si me dicen al día siguiente que hay una megarareza en algún punto de la costa norte, estoy seguro de que huebiera ido. Es lo que tiene EL VICIO.





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